No es de ese día pero no se me ocurre mejor recuerdo del concierto de Battiato que esta foto de @GarciaArantzazu |
El primer equipo de música que vi en mi vida fue el de JL en casa de Santas. Por aquel entonces, mi hermano y yo teníamos una cinta de vídeo VHS siempre en guardia para grabar ipso facto aquellas canciones, más bien retazos, que nos gustaban del repertorio que se emitía por televisión. Posteriormente las devorábamos una y otra vez poniendo a prueba los cachitos de hierro y cromo. No es de extrañar, por tanto, que me impresionara la nitidez y limpieza que emanaban esos altavoces en los que sonaba – de manera analógica – Franco Battiato.
Tan embelesado me quedé que no tardó mucho JL en regalarme una cinta de cassette con ese “Nómadas” de ese cantante italiano que a mi padre tanta gracia le hacía cuando lo veía cantar “Yo quiero verte bailar” sentado sobre un taburete en esas grabaciones de la cinta de vídeo catalogada con el número 6 en nuestra videoteca particular.
Eran otros tiempos y el “modus-escuchandi” era bastante diferente al actual: Al mismo reproductor de cassette que utilizábamos para los juegos del Spectrum acoplaba unos auriculares de diadema cuya máxima sofisticación era la espuma naranja que envolvía los dos círculos de plástico unidos por un metal y así devoré una y otra vez la cinta del artista italiano mientras, con un folio pautado como plantilla para evitar los renglones torcidos, escribía - con una letra mucho más decente de la que tengo ahora- un trabajo sobre Félix Lafuente.
Reconozco que le perdí la pista a Battiato, aunque sus letras inverosímiles siempre permanecieron en mi memoria. En algún momento llegué a pensar que las letras en castellano eran traducciones perversamente infieles a las letras originales, pero nada más lejos de la realidad. A fecha de hoy tengo claro que el italiano prefiere “la ensalada a Beethoven y Sinatra”, que aunque nos pongamos perfumes y desodorantes somos arenas movedizas y que él no es el culpable de que exista la imbecilidad (mensaje francamente tranquilizador).
Battiato con barba |
Hará cinco seis años deambulé por la red en busca de información sobre su devenir artístico tras su innegable éxito en la piel de toro. Fue así como supe de su concierto en Bagdad con Battiato mimetizado entre alfombras persas y sobre todo embutido en una barba que, según rezaba la web donde le leí, le debió de traer más de un quebradero de cabeza en algún aeropuerto occidental.
Y, exceptuando algún vídeo de sus actuaciones por España, poco más supe hasta el pasado 15 de julio en el festival Pirineos Sur. Ovacionado nada más bajar de la furgoneta que le condujo desde Formigal al pantano de Lanuza, me impactó sobre manera el respeto que Battiato se ha forjado. Envejecido, a pesar de la coleta en la que recogía su canosa melena, apareció en el escenario bastante antes de lo previsto pues se invirtió el orden previsto en las actuaciones. Enjuto, quejoso del frío pirenaico se sentó, se colocó sus auriculares e hizo el silencio con su interpretación de “L’Ombra della Luce” (“la sombra de la luz”), una de esas canciones en la que su voz se embute entre la música en perfecta armonía fundiendo espacio y tiempo ("no time, no space")
No cantó “Nómadas” ni la solicitadísima “Centro de gravedad”. Prácticamente todo el concierto fue en italiano y el concierto fue breve, pero creo que la mayoría de los espectadores salimos satisfechos del concierto. Y ligeramente emocionados, me atrevería a decir, al son de esos cascabeles del Katakali del “Voglio verte danzare” (“Yo quiero verte danzar”) que en los 90 interpretaba sentado sobre un taburete pero que, en este caso, cantó paseando por el escenario mientras nos sumergía en la antítesis de esas “basuras musicales” que repudia un Battiato, que por si no lo sabíais, obtuvo 70 points (twelve de ellos, from Spain) en el Festival de Eurovisión de 1984.
Battiato en Eurovisión |
En definitiva, fue bellísimo perderse en este milagro. ¡¡Gracias Battiato!!