lunes, 25 de junio de 2007

Gracias



Una de las cosas que siempre me había gustado imaginar era un campo del Alcoraz lleno hasta la bandera. Ayer era el día y por eso y otras muchas razones, no podía faltar.

La primera sorpresa me la llevé cuando llegué al campo con una hora de antelación y ya no había ni un solo hueco para apoyar el trasero. Bajo un sol de justicia -que hasta a los cordobeses abrasaba- aguardamos el inicio del partido con la tensión propia de las grandes ocasiones.

Como se puede ver en la fotografía, el campo estaba sencillamente espectacular. Las dos aficiones vociferando sus consignas mientras los protagonistas del envite, trío arbitral incluido, realizaban sus ejercicios de calentamiento. No sé por qué, pero me encanta fijarme en los calentamientos de los equipos y al tiempo imaginar las sensaciones que deben de tener (para alguien que no ha pasado de una liga municipal, imaginarse los sentimientos de un jugador en esos momentos es como, salvando las distancias, equipararse a la lechera del cuento).

Comienza el partido y el Huesca sale enchufadísimo. Deseo fervientemente que sea la tarde de Roberto. Ese Roberto con el que coincidí en una piscina allá por septiembre justo tras el primer partido de la temporada (derrota en casa frente al Orihuela) y que tan gratísima impresión me causó cuando conversamos. También me fijaré en Sorribas, al que conozco de hace años cuando coincimos estudiando en nuestros tiempos mozos. Qué despliegue de facultades el suyo...

El Córdoba mete miedo porque se ve que tiene fútbol pero el Huesca da muy buenas sensaciones porque, por encima del rival, se ve que quiere. Así las cosas, cuando los nervios empezaban a pasar factura a los oscenses, una jugada a balón parado, barullo y gol. Catarsis colectiva y piel de gallina. Antes del partido, sólo pedía escuchar al Alcoraz cantar un gol así. Es un nuevo partido, sólo falta un gol.

Sufre el Córdoba, al que se empieza a ver nervioso. Roberto protesta airadamente una mano que puede ser penalty y el 2-0, pero poco después el mazazo: enésimos abrazos en el área entre Roberto y Pierini, rechaces, lío... y Sorribas que para el balón con la mano. Al principio el árbitro alza la mano arriba, con lo que parece que ha pitado falta del atacante y respiramos aliviados. Luego consulta con el línea y ... lástima, el línea lo vio claro. Sorribas a la ducha.

Unos centímetros le roban la gloria a Rubén Falcón y nos privan a los oscenses de la tensión y la emoción que nos hubiera gustado. Los aficionados cordobeses pasan del suspiro al éxtasis y los de Huesca premian la entrega y el pundonor de los suyos con ánimos infatigables aunque conscientes, eso sí, de que el ascenso se había subido ya al AVE rumbo a Córdoba.

En la segunda parte, el Córdoba le escondió el balón al Huesca demostrando que es un equipazo y que bien merece - tanto como el Huesca- el ascenso a la división de plata.

Por último, quiero dedicar un apartado explícito a las aficiones: no me cansaré de decir que en general, este tipo de eventos dan gusto porque son una oportunidad única de conocer a gente nueva y pasarlo bien. No hubiera sido lo mismo ayer sin los aficionados de Córdoba, al igual que pasó en su día con los palentinos o con los oscenses en Palencia. Eso sí, que nadie se ponga vendas en los ojos: igual que la inmensa mayoría se supo comportar, hubo más de uno que no sabía de qué iba la fiesta. Me refiero, por ejemplo, a quienes arrojaron objetos al campo. Delante de mis narices alguien tiró una botella que casi atinó en la cabeza de un jugador. Y es que, no nos engañemos, gente de esta calaña la hay en Huesca (sí, sí, he dicho en Huesca), en Córdoba y en Tegucipalpa. Lo que hay que hacer es erradicarlos de los campos y censurar sus actuaciones. Al menos me consuela que cuando el individuo en cuestión - camiseta gris de rayas horizontales y dos gorras para más señas- hizo la "gracia" fue censurado a grito pelado por todos los que le rodeaban, pero sí que me preocupa la sensación de que cuando suceden estas cosas "no pasa nada" siempre y cuando la puntería del lanzador no sea la adecuada.

En definitiva, que frente a los voceras que calentaban foros y hacen del insulto su lenguaje futbolero me quedo con la gente que intercambió bufandas y pudo compartir, aunque de mala gana, algo de la fiesta cordobesa. Felicidades, Córdoba, y Gracias Huesca por habernos dado a los aficionados una temporada que hace un año no nos podíamos ni imaginar.

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