Apenas veíamos al abuelo presto a iniciar su ritual veraniego de la cerveza con gaseosa, acudíamos a su vera para pedirle máxima precisión en el manejo del abridor. Las chapas de cerveza San Miguel eran especialmente codiciadas por su velocidad en las carreras ciclistas de chapas que organizábamos por todo el salón de casa y parte del pasillo y en su interior debían reposar las fotos de nuestros ciclistas favoritos. Para los gregarios quedarían las chapas de las Vilas del Turbón con esa muesca central - fruto de aperturas más primarias- que les proporcionaba un comportamiento ciertamente impredecible.
En una caja de Montecristos que todavía conservaba cierto aroma habano tenía su cuartel general el equipo "Músculo" cuyos designios deportivos dirigía yo a uñazo limpio. Allí, Jokin Mújika y su perenne sonrisa ocupaba junto a Julián Gorospe un lugar privilegiado.
Por aquel entonces la Vuelta a España se celebraba en el mes de abril. Era 1988 y a Jokin Mújika - pese a mis gritos frente al televisor- se le esfumaba al esprint el triunfo de la primera etapa en beneficio de Iñaki Gastón tras una escapada en la que también estaba Laudelino Cubino.
Poco tiempo después, mecanografié desde una Olivetti en la oficina de mi padre una carta a Jokin Mújika en la que le contaba mi afición al ciclismo y el cariño que le profesaba. Si no me falla la memoria, remití la carta a su pueblo natal, Itsasondo, confiando en que por el tamaño del mismo caería en manos de alguien que tendría sus coordenadas y se la haría llegar.
Todavía se me tensa el nudo en la garganta al recordar lo que sentí aquel mediodía que regresaba del cole y encontré en mi buzón un sobre blanco conteniendo una carta manuscrita de Jokin Mújika y varias fotos en color dedicadas.
Hoy con gran cariño me he acordado de Jokin Mújika y tengo ganas de tener un rato mañana para, encerrado en mi mundo, releer su carta mientras percibo el olor de la caja amarilla de puros donde espero que sigan reposando tantos kilómetros y recuerdos de mi vida.
Por aquel entonces la Vuelta a España se celebraba en el mes de abril. Era 1988 y a Jokin Mújika - pese a mis gritos frente al televisor- se le esfumaba al esprint el triunfo de la primera etapa en beneficio de Iñaki Gastón tras una escapada en la que también estaba Laudelino Cubino.
Poco tiempo después, mecanografié desde una Olivetti en la oficina de mi padre una carta a Jokin Mújika en la que le contaba mi afición al ciclismo y el cariño que le profesaba. Si no me falla la memoria, remití la carta a su pueblo natal, Itsasondo, confiando en que por el tamaño del mismo caería en manos de alguien que tendría sus coordenadas y se la haría llegar.
Todavía se me tensa el nudo en la garganta al recordar lo que sentí aquel mediodía que regresaba del cole y encontré en mi buzón un sobre blanco conteniendo una carta manuscrita de Jokin Mújika y varias fotos en color dedicadas.
Hoy con gran cariño me he acordado de Jokin Mújika y tengo ganas de tener un rato mañana para, encerrado en mi mundo, releer su carta mientras percibo el olor de la caja amarilla de puros donde espero que sigan reposando tantos kilómetros y recuerdos de mi vida.
3 comentarios:
Nachete, te estas convirtiendo en mi héroe, que güevos tio, con esa edad enviarle una carta a un ídolo deportista....ufff, eso se llama valor, y así se refleja en lo que escribes, mi más sincera enhorabuena, disfruta de esa lectura , que sin duda debe ser uno de tus grandes tesoros.....un abrazo y ánimo
Hurgando entre fotos viejas me topé con una foto que le hice en Huesca a Jokin Mújika. Me vinieron a la mente muchos buenos recuerdos y por eso lo plasmé.
Tengo pendiente localizar la carta y volver a degustar ese tesoro una vez más.
Si tienes oportunidad, léete el enlace biográfico que cité sobre Jokin Mújika. No tiene desperdicio.
Un fuerte abrazo
Lo mejor de la fotografía con la que ilustras este precioso post (y por darle un poco de sonrisa al asunto) es la señora del fondo, con esas bermudas vaqueras y esos brazos en jarras. Maravillado me quedo.
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