Apresurado y con la cabeza ocupada en mil cosas enfilaba ya los últimos cien metros que me separaban de casa. Un día más. Un día cualquiera.
Enfrente de mí, una anciana se detiene ante un cartel, que con varias fotos de niños, señala una guardería. Con toda su alma y una sonrisa tiende un beso en la punta de sus dedos y toca la mejilla de un niño. Y así con todos.
La miro y sonrío. Me mira y sonríe. Ya no me acuerdo de qué era lo que angustiaba mi cabeza. Ya no es un día más. No es un día cualquiera.
Enfrente de mí, una anciana se detiene ante un cartel, que con varias fotos de niños, señala una guardería. Con toda su alma y una sonrisa tiende un beso en la punta de sus dedos y toca la mejilla de un niño. Y así con todos.
La miro y sonrío. Me mira y sonríe. Ya no me acuerdo de qué era lo que angustiaba mi cabeza. Ya no es un día más. No es un día cualquiera.
3 comentarios:
Si señor. Que bonito, tu sensibilidad, tu forma de contar!!! No has pensado nunca presentarte a algun concurso de microrelatos?
Era un ángel que venía para recordarte qué es lo urgente y qué lo importante
Menchu BP:
Creo que ningún concurso me daría los alegrones que me pego al recibir vuestros comentarios o sentirme leído.
Gracias :-)
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Mónica:
Seguro que sí. ¡Cómo me alegra volver a verte por aquí!
Prometo no hablar sólo de fútbol :-)
¡Un abrazo!
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