De vez en cuando, si alguien trata de localizarme compulsivamente en el teléfono móvil o cuando escucho frases del tipo "así no puedo trabajar" ante una interrupción del servicio de correo electrónico, me pregunto cómo se trabajaba no hace tantos años. Sin ánimo de quitar mérito alguno a las facilidades que las tecnologías nos proporcionan, más de una vez pienso que tanto volumen de información y tanto deseo de inmediatez no hace en ocasiones más que maximizar nuestra ineficiencia si no somos capaces de cribar - y no es fácil- lo importante de lo urgente.
Una reflexión análoga me vino el otro día a la mente mientras aguardaba turno en la consulta del médico. El humano murmullo de fondo, número uno absoluto como banda sonora de cualquier consultorio tiempo atrás, ha sido sustituido por un peculiar concierto de silencio interpretado por individuos aislados y atrapados por las redes sociales en nuestros terminales móviles.
Ya no nos interesamos por la dolencia del de lado, ni pedimos referencias sobre el facultativo de turno. Ni siquiera nos quejamos en voz alta de lo lenta que va la consulta el día de marras (con lo mucho que tenemos que hacer...). Y así las cosas y sin apenas habernos dado cuenta, la enfermera de la foto y ese dedo índice suyo que tantas veces nos pidió silencio educadamente, han dimitido de nuestras salas de espera.
1 comentario:
El móvil es como un monstruito que te metes en el bolsillo, y luego te aisla de la gente, hace ruiditos molestos y te crea dependencia.
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