Es realmente especial crecer en el corazón
del Pirineo. Adquirir esos aprendizajes más básicos en Abella, los que marcarán
toda tu vida. Mi pueblo es un recóndito paraíso de 10 habitantes, a 1400 metros de
altura, sin conocimiento alguno de la destructiva huella humana, allí impera la
tradición.
La infancia se desarrolla de un modo
natural , que no normal. No hay pandillas,
ni quedadas en la plaza, ni
fútbol en la cancha, ni secretos a tus amigos. Allí se cazan zorros con un “Jack
Terrier”, se trepa a las copas de los arboles buscando sorpresas en los nidos,
se monta a caballo, antes casi de poder ensillarlos, se pescan truchas a mano y
los partidos de fútbol son en una era: “tú contra mí”. Las mascotas que conozco
no son caniches, peces de colores, ni
hamsters. Son búhos reales, rayones, perdices o ardillas.
Cuando creces con los animales, las
únicas normas sociales que aprendes son las leyes que marca la naturaleza,
filtradas e interpretadas por mi hermano
mayor y ángel de la guarda, Héctor. Jugábamos y aprendíamos al libre albedrío,
salvajes e indomables. Desde los 3 añitos escoltados por un mastín del Pirineo que
jamás nos abandonaba.
A los 14 años, llega el primer cambio brusco
en mi vida de contrastes, había que
seguir estudiando. Hora de ir al SEMINARIO (Antigua sede del Alto Aragón) a dos
horas de Abella. Internado religioso, con horarios estrictos, disciplina
férrea, normas sin mucho sentido y poco lugar para la espontaneidad.
Yo fui un “novato” atípico, sin privilegios pero
tutorizado por Héctor, el auténtico “Che
Guevara” de los internos, líder de la rebeldía contra la disciplina opresora de los curas.
Recuerdo una lucha subliminal e implícita
contra los curas, intentando pasar desapercibidos pero buscando constantemente
que sangrara la herida. El ingenio de las travesuras contrastaba con la
ingenuidad de la edad y nuestra mínima maldad, así que el final era siempre el
mismo. Expulsados del internado unos días y castigados sin salir del seminario
una semana. El carácter aditivo de los castigos convertía las semanas en meses.
Esos ostracismos alimentaban la causa de los internos e iba sumando adeptos a
la rebeldía. Ese era el internado del Seminario.
Uno de mis innumerables castigos supuso
sacrificar los recreos para completar una redacción sobre los 10 mandamientos. Con
14 años mi primer mandamiento en el
seminario y quizás el único era “descubrir
un cuerpo de mujer”. Las casualidades me llevaron a la clase de C.O.U y mi
suerte al pupitre de “la musa del Seminario”, la bella L. Los internos la
admirábamos desde la sombra, 4 años eran demasiados para capturar su atención.
Creo que es tan peligroso “el que a nada
teme” como “el temido por todos”, yo era de los primeros y mi osadía me llevo a
profanar sus libros de texto, grafiteé sus portadas con mi admiración, rellené
todas sus tapas!!!. Obvio, mis palabras no serían las de un gentelman, ni era
el lugar adecuado, así que pronto entraría en cólera y buscaría al responsable.
Su gran amigo, consejero y protector era Nacho, se unió a la causa y
tan pronto supieron que yo era el causante me dio el primer “tirón de orejas”.
Recuerdo perfectamente ver un tío alto y
enfadado, con un tono elevado, postura agresiva, pero los improperios eran
elegantes, la mayoría nunca los había escuchado, pero el mensaje era
claro,-había sido un “niñato irrespetuoso y debía pagar”- de ahí la bofetada. Me dejo perplejo e impasible.
Raro en un adolescente de “gatillo” rápido y acostumbrado a la pelea, sobre
todo con mi hermano, con fatal pronostico para mí. Pero esa vez no, aguante el
chaparrón, me puse colorado y me fui con el rabo entre las piernas.
Creí detestar a ese chico de C.O.U, para
los internos, los externos eran unos “pijos” y si hablaban como, el tal Nacho,
apaga y vámonos!. Por supuesto mi admiración por L. no decreció!!
A parte de las chicas de C.O.U lo mejor
del seminario era la liga interna que enfrentaba a todas las clases del Alto
Aragón. Yo estaba recién fichado por la SD Huesca juvenil y nuestra clase de 1º
del Seminario reunió una buena camada,
la “los cachorros del 78”, mucho futbolero de pueblo lleno de “rasmia”.
Supe que adquiriría mi venganza, marqué
en el calendario el partido contra C.O.U del seminario!!. Eran un grupo de larguiruchos.
Ahí estaba mi futuro amigo Nacho. Su juego se asemejaba al de un ave zancuda
con algún detalle tipo “Ibraimovic”,
parecía poco ortodoxo pero tenía sentido del juego.
Cualquier aficionado al fútbol, conoce sus códigos
morales. Recibir un "caño” significa que apuñalen tu honor durante un segundo,
así que mis dos caños fueron, para mi alma, suficientes para saldar la deuda de
aquella bofetada. Lástima que no estuviera L. para verlo!!.
Me marché del Seminario y tardé unos 10
años en volver a Huesca, atraído por el magnetismo de los colores de mi tierra.
Llegaba curtido, menos “asalvajado”, más
“domado” por la presión social de las 8 ciudades que recorrí, intoxicado por el
“postureo futbolístico” y con muchas ideas rebotando en mi cabeza tras varias
carreras universitarias, vamos, un lío. Solo el olor al arribar a Abella, ser recibido por los perros y mirar
a los ojos a mi familia me devolvía mi esencia, que se empañaría de nuevo al
partir.
¡Mezcla extraña!, ¡Conflicto eterno!;
“Mi alma salvaje me acercaba a la
incomprensión social en las grandes ciudades y mi adaptación social me alejaba
de mi esencia”.
Tardé en acercar posturas. Recurriendo a
los valores, aunque mis apariencias me seguían traicionando de vez en cuando.
¡¡¡Fue una temporada que estaba ávido de
conocer personas diferentes, profundas, de corazón!!!.
Me reencontré con Nacho, desde el principio
me impresionó. No era común la forma de apasionarse con su escuadra, de sentir las
derrotas cual jugador que yerra y hace perder a su equipo, de acompañar a los
azulgranas en sus desplazamientos casi más veces que el propio delegado. De los
aficionados de verdad, de los de siempre, desde la época de Pedro Braojos,
pasando todas las etapas con el mismo fervor,
aunque con la valentía de mostrar su inconformismo.
Retomamos el contacto poco a poco. Pronto
sería un apoyo especial, de los que siempre están. Cuando la moda te aparta un
poco del candelero, cuando las circunstancias te tumban en la lona, los “de
verdad” siguen creyendo en ti, siguen aportándote una energía revitalizante con
sus buenos deseos y siguen defendiéndote. Pero también era especial porque, como
en el Seminario, no tenía reparos en tirarme de nuevo de las orejas.-“te he
visto timorato”, “no me ha gustado ese balón que has perdido”, “para mí eres el
cuarto mediocentro”, “casi matas a uno”-. Gracias a Dios, las palabras sólo
suponen el 5% de la comunicación, son otros factores como la prosodia, el tono
o el lenguaje no verbal los que delataban su cariño, sus críticas abrían mis
canales emocionales y dejaban llegar
esas palabras casi hasta el alma.
Ya no era "un pijo”, era “un gran tío”.
Empezaba a aflorar la crisis del 2008,
nacía la sociedad llamada “de la incertidumbre”, donde las estabilidades se
vuelven efímeras o ilusorias, tocaba prepararse para tolerar y pelear cualquier circunstancia
incierta que en un segundo cambiaba todos los planes. No era fácil encontrar
personas que miraran más allá de su ombligo o se que comprometieran sin una retribución
directa.
Nuestras conversaciones aumentaban y
mejoraban. Se atisbaba en Nacho un fondo de armario lleno de buenos valores,
sin pelos en la lengua para manifestarlos, con formación en la palabra para
adecuarlos y un gran sentido de la justicia para enfrentarlos.
No era común un tipo tan idealista y con
tanto sentido de la justicia en un momento tan práctico, donde sólo quedaban
fuerzas para remar hasta la orilla. Muchos espíritus como el suyo unidos
podrían cambiar el mundo, desafiar la injusticia y crear gestas de esas que
paralizan desahucios, obligan a dimitir al presidente del Racing o que paran un
cementerio nuclear.
Mete el hocico en muchos los líos públicos,
con elegancia, eso sí.
Y digo líos porque quizás, la verdad social sea una de las grandes desconocidas. Para mí, no existe la verdad
absoluta en el ámbito social y menos en una situación concreta, de ahí los grandes
malentendidos, “mi verdad contra tu verdad aquí y ahora”.
El ser humano no copia la realidad en su
cabeza, sólo interpreta los estímulos, para sí relevantes, y el resto lo
reconstruye. Qué diferente ven una misma “cosa” dos personas distintas. Podrían
discutir durante una vida defendiendo como han vivido la misma situación.
Sólo el tiempo es capaz de validar o
refutar. Pero hay atajos, heurísticos
cognitivos para no esperar tanto; La trayectoria vital de una persona avala su
palabra, su defensa a ultranza y con agresividad muestras falta de argumentos,
si eres capaz de respetar, de aceptar de moderar tu tono significa señala una
verdad firme.
Por todo esto, creo, que una persona que se
atreve a manifestar públicamente “su verdad”, lo hace con respeto, elegancia, prudencia y
sin complejos ante el poder es digno de admiración y de ser considerado, si
además sus ideas son compartidas por un gran número de personas, estamos ante
un líder. Esa es la madera de Nacho. Una persona comprometida con una valiosa
“verdad”.
Siento, que hoy en día, el pueblo llano tiene
mucho que decir y para ello se necesitan valientes que no lleven espada, pero
que su pluma sea respetuosa y precisa. Admiro a Nacho porque yo soy de lucha
directa, de guerra y de combate, pero no soy capaz de minar indirectamente,
desde los cauces democráticos y respetuosos. Seguro de que no se conseguía nada,
pero ya empiezo a creer gracias a tipos como él y situaciones cotidianas que
tiñen los medios de comunicación.
Ojalá ahora que el mundo es global y las
redes sociales acercan la palabra cualquier individuo a todos los rincones,
tipos como Nacho nos enseñen el poder popular, la fuerza de la unión y la
capacidad de crecimiento de la crítica. Se le puede tirar de las orejas a
cualquiera, no sólo a mí.
Un gran hombre como Nacho siempre tiene a
su lado una gran mujer, I.
Agradecidísimo por su visita a Toledo, me
ha sorprendido muchísimo lo bien rodeado que estás amigo. El interior de las
personas es capaz de modificar el exterior, una especie de Ley de la atracción,
los bien rodeados tienen un gran corazón.
Te deseo todo lo mejor. Un placer haber
cruzado tantas veces nuestras vidas.
Joaquín Sorribas Ariño
Toledo, 26 de febrero de 2014
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