miércoles, 18 de agosto de 2010
Blue Eyes
De vez en cuando la realidad disfruta haciendo la puñeta al personal con escenas que da casi vergüenza narrar.
Sólo así puede entenderse que anoche, mientras estaba yo meciendo el portátil sobre las rodillas en el sofá del salón, se presentara ante mis ojos de manera imprevista un gato siamés. Al margen del idilio de cualquier bicho viviento con mi adrenalina -bien lo saben quienes me conocen-, la cosa tiene su guasa ya que ni en nuestra casa vive un gato, ni en la de ninguno de los vecinos con los que linda nuestra terraza.
Tras unos minutos de zozobra, pudimos dar con la dueña del siamés pariente de Huddini. Resulta que el michino en cuestión decidió darse un garbeo por el tejado de la manzana y de paso aprovechó para visitarnos.
El gato de los ojos azules, tardó en responder con un suave maullido a las llamadas de su dueña. Hubo que evacuarlo de debajo de la cama en la que se guareció. Blue Eyes no dejó tras de sí ningún estropicio ni sufrió daño alguno en su extradición. No hemos echado en falta por la casa, a excepción de una traviesa pelusilla que Blue Eyes tuvo a bien llevarse puesta en el bigote.
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