El viernes 30 de julio apareció publicada una carta de Toño Escartín Mur en Diario del Altoaragón que me conmovió especialmente. Espero que no se me moleste nadie por difundirla.
¡¡Dichosos ciclistas!!!
Ésta es una de las muchas frases (la más suave, y en sentido negativo claro) que seguro que esputan muchos de los conductores que adelantan a un ciclista en la carretera, y digo la más suave porque la mayoría de las veces, valorando el entusiasmo con que tocan la bocina, los improperios deben ser mucho más duros.
Muchas veces he pensado enviar una carta para tratar de concienciar a los conductores (pero también a los ciclistas) de que en la carretera no están solos, no son los dueños y señores de la misma, al volante de 1 tonelada de hierro y plástico, y no pasa nada por perder 2 segundos o 5 en reducir un poco o poner el intermitente para adelantar a un ciclista. Después del accidente vivido con Diego Ballesteros, no lo he podido evitar…
A Diego le unió el destino a un conductor despistado, con el desayuno, con el móvil, con lo que sea… pero despistado de la conducción, en una autovía de Kansas, sobre 1 tonelada de hierro y plástico.
La fatalidad hizo que en ese preciso momento, a las 7 de la mañana del 16 de junio, Diego estuviera delante de ese coche, pedaleando por esa Autovía, dándolo todo en la Race Across America. En definitiva: Haciendo lo que le gustaba, pedalear sobre su bici, conocer otros paisajes, otros países y otras culturas, así él es feliz.
Ese conductor despojó a Diego de uno de sus mayores sueños, de una de sus grandes ilusiones. Diego, después de cruzar los EEUU junto a sus compañeros del COANFI Desafío Aspanoa y de pasar 1 semana con su novia en el oeste, iba a cruzar Canadá con la bici, como a él le gusta, sin prisas, parando en cada paraje que llamara su atención, disfrutando de su gran pasión, viajar sobre la bici, al igual que hizo en su travesía para unir la Expo de Zaragoza con las Olimpiadas de Pekín, al igual que hizo en Marruecos… así él es feliz.
Al menos el conductor paró, al menos dio la cara, aunque ya no sirviera de nada. Al menos sabemos algo de lo que pasó. Nada nuevo, nada que no se pueda evitar, nada que no sigamos asumiendo como una fatalidad del destino. Y no como una inconsciencia y temeridad de nuestra forma de vida, de nuestra forma de ir y venir.
Pocas cosas van a cambiar, los conductores vamos a seguir conduciendo como si estuviésemos solos, como si no fuese un peligro llevar más de una tonelada de hierro y plásticos… y Diego, Diego es muy fuerte, y saldrá adelante, a pesar de que le quiten todas las posibilidades de recuperar movilidad en las piernas, no perderá la esperanza, no perderá las ganas de luchar y la ilusión de viajar sobre su bici (esta vez adaptada) y de conocer otros países y otras culturas… de eso estoy seguro. Como también estoy seguro de que se agarrará a cualquier esperanza de recuperación que le brinden.
Yo, después de ver a Diego tendido en aquella cuneta de Kansas, gritando de dolor por el fuerte golpe y las heridas, y después de recoger su bici hecha añicos, pensaba que no tendría fuerza para subirme de nuevo a mi bici, pensaba que no sería capaz de seguir promocionando el ciclismo y el uso de la bici, como Presidente del Club Ciclista Barbastro, pero si lo piensas fríamente, yo no tengo por qué dejar de hacer el deporte que me hace feliz y que me hace sentir bien… ¿por qué no es ese conductor el que deja de conducir para siempre .
Conductor, piensa que en la carretera no estás solo, piensa que hay otros vehículos, coches, motos y ciclistas, los usuarios más frágiles de las vías… recuerda que la vida y el futuro de otras personas y de sus familias está en tus manos.
¡¡¡Mucho ánimo, Diego, mucha fuerza para ti, para Ana y para tu familia!!!
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