De unos años a esta parte y casi sin darme cuenta, ha cambiado considerablemente la manera de la que utilizo el correo electrónico.
Años atrás, era la herramienta a la que más tiempo dedicaba manteniendo un contacto regular con un buen número de familiares y amigos.
No sé si es porque ahora mi mente relaciona el correo electŕonico con mi trabajo y cuando llega mi tiempo libre el cerebro me exige evadirme, pero lo cierto es que hoy por hoy he reducido considerablemente mi dedicación al género epistolar.
No es que tengan la culpa Twitters, Skypes o Facebooks. El problema no son las herramientas sino el (mal)uso que nosotros hacemos de ellas.
Hoy, antes de escribir esta entrada, he dedicado con tiempo y gusto un ratillo a escribir unos correos. He disfrutado, sí, pero bastante menos de lo que he disfrutado este fin de semana entre mis familiares. En persona. Y es que no hay mejor red social que la cercanía de tu verdadera gente: la de carne y hueso. La tuya
2 comentarios:
Completamente de acuerdo. A veces tengo miedo de que todos estemos sometidos a un mundo virtual alejado del calor humano, del trato directo, ...
Modestino:
Es un miedo que compartimos más de uno porque hoy por hoy es muy fácil enredarte en la maraña de posibilidades virtuales que nos rodean.
Un abrazo
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