Con la ilusión de repetir la misma ruta que en febrero, atravesamos el puente de Augusto (Augustusbrücke) para llegar a la parte nueva de la ciudad, el Neustadt. Al otro lado del Elba, Dresde es de otro color más claro. La estatua dorada de Augusto el Fuerte, la envidia de ver a la gente circulando en bicicleta a pesar del frío y el placer de volver a encontrar el bar Max, conseguir un menú en inglés y repetir la consumición de nueve meses atrás: patatas fritas y cerveza. Qué buenas las dos cosas.
De regreso volvemos a atravesar el puente de Augusto de noche. En febrero nevaba. La imagen de Dresde a través de los enormes copos de nieve quedó grabada en mi retina. Imborrable recuerdo que acrecienta una vez más el deseo de volver.
Obligada parada de nuevo en el Ayer's Rock al compás de un repetorio que ya casi tenemos memorizado. Tras la experiencia del martes, mejor canguro que cocodrilo. Tarta sacher no queda. La dejamos temblando el otro día. Pobre sachertarte.
Desde la primera fila hacemos nuestras peticiones, dentro del agradable aunque resabido repetorio: suenan "The boxer", "Feel", "Living la vida loca". Hay alguna novedad, pero sigue sin saber tocar nada de Raffaela Carrá. Jo.
Fotos, vídeos, llamadas y no llamadas de móvil y hora de volver al hotel. La noche de Dresde nos despide hostil con viento de cara y una fina lluvia helada. Sensación de frío y de despedida, sólo aliviada con una conversación más que agradable hasta las tantas sobre las comodísimas butacas del hall.
Han sido unos 8 kilómetros de paseo. Hora de dormir.
2 comentarios:
Pues te vas a tener que ir llamando "Dresde el Salto del Roldán", (hi hi hi hi).
Chinochano:
Muy bueno, jeeje. No se me había ocurrido :)
Me falta contar el regreso, pero por hoy os libráis que me caigo de sueño.
Saludos dResde el Salto de Roldán :)
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