miércoles, 30 de diciembre de 2015

[#DerbiAragonés] El 2-2 de la Romareda, por Javier Gil


Tres días antes del primer derbi en La Romareda soñé que el Huesca había ganado cero a dos. Por entonces aún trabajaba en la delegación oscense del Heraldo. E incluso vivía en Huesca, en la calle Monasterio de Sigena para más señas. Recuerdo que lo primero que hice fue mandarle un mensaje a Petón con lo que había soñado. Nuestro diálogo aún era fluido en aquella época, previa a la contaminación posterior que fue afectando al club y de la que no tiene mucho sentido hablar en este foro.
El día del partido comí con la gente de la peña Pim Pom Fuera en un restaurante de la calle Juan José Rivas. No era la mejor zona para quien bajara en coche (tampoco os lo ponemos fácil, ¿verdad señor Alastruey?), pero al final todo el mundo se las apañó para llegar con puntualidad y disfrutamos de una estupenda comida. Para mí era día de trabajo, así que tuve que controlarme con la bebida.
Con tales prolegómenos y el sueño que había tenido en la víspera, no es de extrañar que mi corazón estuviera dividido. Soy de Zaragoza y del Zaragoza, pero cuando comenzó el partido, vi la  alegría que transmitían desde la grada los cinco mil aficionados del Huesca y marcó Rubén Castro el 0-1 de penalti comprobé que mi corazón estaba dividido, sí, pero en un 80 por ciento de sentimiento azulgrana y un 20 blanquillo. Supongo que si alguien está leyendo este relato pensará: "Pues entonces no es que fueras muy aficionado del Zaragoza..." La verdad, no sabría muy bien qué responderle.
Durante el encuentro hubo un punto de inflexión que varió mi forma de vivirlo. Con el 0-2 y la proliferación de cánticos de la grada oscense que podían resultar hirientes aunque no llevasen esa intención, empecé a sentirme un poco incómodo y mucho más neutral, algo que además resultaba conveniente para un periodista que después debía escribir una crónica en un periódico regional. Así que en cierta forma, el 2-2 final me dejó bien. Era mejor resultado para los visitantes, que habían estado cerca de lograr una hombrada y entre cuyos aficionados tenía y tengo buenos amigos, y al mismo tiempo no suponía un gran desastre para el Zaragoza, que además había conseguido igualar con brillantez y un hombre menos el encuentro.


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