jueves, 29 de agosto de 2013

[Etiopía - 07] Addis Abeba

Por la tarde teníamos que hacer un par de gestiones por Addis Abeba. La primera - a priori sencilla - era ir a la agencia de viajes a pagar el recorrido que íbamos a realizar por el Norte de Etiopía. La segunda - trivial desde el punto de vista occidental - era cambiar o sacar dinero.

Pues bien, encontrar la agencia de viajes nos llevó algo más de dos horas. Supongo que el lector se preguntará por qué no miramos la dirección pero es que, como comenté en una entrada anterior, en Addis Abeba no hay direcciones. Como referencia para localizar el lugar teníamos el Hotel Axum. No sin cierta dificultad y pocos segundos después de rodear una rotonda en la que unos burros comían hierba tranquilamente, conseguimos divisar el hotel. Hicimos varios intentos de preguntar a viandantes. De hecho, dos de ellos incluso se subieron a la furgoneta para darnos indicaciones: el primero terminó dándole su teléfono a Teresa por si alguna vez necesitaba un pintor y el segundo subió a cambio de unos birrs porque parecía saber dónde se encontraba nuestro destino. Comoquiera que seguíamos sin dar con el lugar, pedimos una nueva baliza al encargado de la agencia que nos indicó "A 300 metros del Hotel veréis una obra con una lona azul, allí giráis. No busquéis cartel, que lo hemos quitado". Así, guiados por la citada lona azul terminamos en la sede de Medicos Sin Fronteras desde donde Teresa volvió a llamar obteniendo un escueto "Esa calle no: la de antes". Fuimos a la calle de antes, a la de después y a la de enfrente. También nos quedamos medio atascados en un parking privado en el que Teresa tuvo que hacer cabriolas para poder salir marcha atrás. A la tercera llamada, y conscientes de que no debíamos de andar muy lejos, en la agencia decidieron enviarnos un coche para guiarnos y así, varias obras con lonas azules después, conseguimos llegar a la agencia.



Localizar el cajero no costó tanto porque el Hotel Hilton es fácilmente ubicable. Sin embargo, la dificultad de la acción consistía en encontrar un cajero automático que funcionara. Por fortuna, al tercer intento lo conseguimos y en medio de ese oasis de contraste occidental en Addis Abeba nos hicimos con los birrs que necesitábamos. 

Ya de vuelta a casa, y bajo un diluvio considerable, un peatón que cruzaba delante de nosotros se percató de nuestro color de piel, sacó unas gafas de sol de su bolsillo y se las intentó vender a Teresa. Esa situación, hilarante en sí misma en y que me produjo cierta risa en un primer momento, se torna cruel cuando te paras a pensar que ese señor sacó del bolsillo lo primero que encontró con el único objetivo de obtener dinero a cambio. Y es que en el fondo, en Etiopía los extranjeros - farenyis- no somos otra cosa más que billetes con patas.

[Escrito el 28/09/2013]

Enlace a la siguiente entrada: [Etiopía - 08] Sol, gimnasia, pulseras y música

No hay comentarios: