Con la evacuación diaria del centro don Bosco ya en marcha, nos llamó
la atención una niña que, con muy mala cara y lágrimas en los ojos, se
encontraba sola apoyada en el murete de piedra que bordea el campo de
fútbol.
Al observar Anchinesh que nos habíamos fijado
en ella la señaló diciendo "sick" (enferma) así que nos acercamos a
preguntarle. La niña, Genet, ardía así que fuimos a buscar a Teresa. En
ausencia de la enfermera etíope (sister Sarah) que se encarga de la
asistencia sanitaria por las mañanas, Teresa atendió a la pequeña con
esa mezcla tan personal de cariño (hay miradas y mimos que casi curan) y
disciplina (los niños tienen que aprender que el momento de decir que
están enfermos es cuando está la enfermera) que tiene. Apenas unos
minutos después, Genet emprendió el cuarto de hora largo que le separaba
de casa acompañada de sus amigas con sus 38,5ºC, unas medicinas en el
bolsilllo, la pauta de cómo y cuándo debía tomarlas (siempre se le explica a los niños porque las madres se suelen olvidar pues tienen prioridades más importantes que atender) y una mirada que decía "gracias" de manera conmovedora.
No
sería la única vez que escucharíamos la palabra "sick". Sin embargo,
llama poderosamente la atención lo poco que se quejan estos niños.
Teresa nos llegó a contar el caso de un niño que llevaba un par de días
sin ir al centro. Cuando Teresa fue a su casa, lo encontró con el fémur
roto. Por encima del dolor, su preocupación era que no le cortaran la
pierna. Teresa llevó al pequeño al hospital. Como siempre, el centro Don
Bosco - en nombre de todas las aportaciones solidarias que se reciben-
corrió con los gastos evitando que junto con esa pierna, el futuro de
ese niño quedara sesgado.
Enlace a la siguiente entrada: [Etiopía - 17] Exprimiendo los birrs
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