Con el regusto del café todavía en
la boca tras la comida, me sumerjo en los juegos de los niños. Me cruzo
con Genet, que parece milagrosamente recuperada de su enfermedad de ayer
y con una sonrisa me lleva al futbolín donde Anchinesh y Buzuayezu
juegan a un nivel más que aceptable (y por ende, mejor que el mío, a
todas luces inadmisible). Como siempre en estos casos, me ceden uno de
los mandos del engendro futbolístico y comenzamos a jugar. No pasa mucho
rato hasta que detecto cómo clamorosamente las muchachas relajan sus
muñecas y sus defensas comienzan a dejarme balones en bandeja para el
lucimiento de mis delanteros así que me paso a la mesa de ping-pong y
posteriormente al tablero del cuatro en raya, única disciplina en la que
no tendría la sensación de que la contienda estaba más que amañada.
Dejando
de lado el tema deportivo, dedico un rato a enseñar juegos malabares a
un grupo de chavales. Enseguida lo pillan y pasamos un rato divertido
que culmina con Anchinesh y Buzuayezu haciéndome una demostración de
piruetas y cabriolas de toda índole aprendidas en una actividad de circo
a la que asistieron no hace mucho.
Tras
el agotador despliegue físico, Anchinesh y Buzuayezu se hicieron con
unos hilos y comenzaron a tejer pulseras, al tiempo que cantaban
relajadamente y su sonrisa me trasladaba una paz inconmensurable. Esa
paz de unas niñas que no tienen de nada pero tienen todo el tiempo del
mundo, frente a un mundo, el nuestro, en el que tenemos de todo menos
tiempo.
Buzuayezu
terminó su pulsera - ya la llevaba avanzada de antes- pero Anchinesh
tenía que marcharse a casa. Mostrándome los generosos agujeros en los
bolsillos de su chaqueta, guardó la pulsera en el bolsillo de mi
pantalón y con gestos nítidos apoyados por el implacable dedo índice
acusador de Genet me pidió que al día siguiente llevara los mismos pantalones
para poder continuar con la pulsera.
El chaparrón de turno parecía indicar que el día tocaba a su fin, pero la jornada todavía nos reservaba una sorpresa: Abraham
No hay comentarios:
Publicar un comentario