domingo, 8 de septiembre de 2013

[Etiopía - 24] Despedida

Es 8 de septiembre. Se me pegan las sábanas y arranco el día un poco más tarde de lo habitual. Es el último día y quizás por eso mi mente se hace la remolona.

Tras desayunar, toca abordar la desagradable tarea de organizar el equipaje antes de bajar a jugar con los críos. No mucho porque queremos terminar de organizar las bolsas de material escolar que nos quedaron pendientes días atrás. 

Ya con el deber cumplido, vuelta al patio. Más o menos a la hora de comer llega Buzuayezu, que nos explica que el día anterior no había acudido porque estaba enferma ("sick"). Hoy ha hecho el esfuerzo porque es domingo y toca cine. Lo esperan con ilusión. Mientras Anchinesh teje unas pulseras a Inés yo paso la mañana con dos niñas - hermanas - cuya mirada refleja el sufrimiento que llevan encima. Teresa me explica que su madre falleció y su padre arrastra secuelas psicológicas. Contrasta la tristeza de su mirada con la belleza de su sonrisa y el cariño que se profesan ambas. Una vez más, piensas en la cantidad de injusticias que hay en la vida pero simultáneamente te alegras enormemente de estar ahí y ser partícipe de una labor tan encomiable como la que se realiza en el centro Don Bosco.

Tras la pausa de la comida, Teresa prepara el portátil y el cañón para proyectar la película. Bueno, en realidad prepara el portátil, el cañón y el micrófono porque Teresa, micrófono en mano, ejerce de traductora simultánea de la película al amárico. Aunque en mi opinión hay bastante gente en la sala, es época de vacaciones y la sala no está tan abarrotada como de costumbre. 

Mientras Teresa se desgañita traduciendo a todos y cada uno de los personajes a la par que controlando los pequeños conatos de indisciplina propios de la coyuntura, I. y yo encontramos acomodo en la sala. Junto a I., Anchinesh y Buzuayezu. Junto a mí, las dos hermanas con las que había compartido la mañana. Permanentemente nos cogen la mano, permanentemente miran y sonríen agradeciendo la compañía. Luego me explicaría Teresa que ella suele terminar las películas con un montón de minúsculas manos que le tocan. Y es que cuando no tienes nada, el calor humano lo es todo. Pienso en cuántas veces nosotros - que lo tenemos todo- mandamos a freír espárragos a alguien porque estamos concentrados en nuestras "cosas".

La película se acerca a su fin. Los protagonistas se besan y los niños rompen a aplaudir. Según nos contó Teresa, las primeras veces que algo así sucedía en la pantalla los niños se quedaban petrificados. Y debió de ser así hasta que en una ocasión la traducción simultánea Teresa-niños informó de que lo que estaban viendo era "un beso de verdadero amor" y la concurrencia cambió la estupefacción inicial por la costumbre de ovacionar a los actores.

Termina la película y Teresa organiza la salida de la sala. Hoy no hay mucha gente pero quiere que se acostumbren a salir ordenadamente para evitar cualquier problema de aglomeración en días de mayor aforo. A mis dos compañeras de localidad les viene a buscar su padre, que me saluda afablemente, antes de que la mayor de las hermanas me dé un beso de esos que se guardan para siempre en la memoria de los grandes recuerdos.

Cuando Buzuayezu me dice que se va a casa porque todavía está un poco "sick" empiezo a ser consciente de que se acerca el momento de las despedidas. Acompañamos a Buzuayezu hasta la verja del centro y le prometemos que le escribiremos desde España. Buzuayezu emprende el camino hacia casa no sin antes darse varias veces la vuelta y agitar la mano. Después de la última vez, echa a correr.

No tarda mucho rato en llegar el momento de la despedida de Anchinesh. Quizás es la niña a la que más cariño le he cogido y me resulta especialmente dura la situación. Le doy un abrazo enorme y vuelvo al colegio con un nudo en el corazón. Ya en el banco del patio, me resulta imposible contener algunas lágrimas, mezcla de tristeza y de rabia recordando eso que tantas veces le he escuchado a Teresa durante los últimos días: "Estos niños no se merecen sufrir tanto". 

La tarde, muy intensa en lo emocional, todavía nos reservaba otra sorpresa: Y es que, junto con unos papeles de justificaciones de gastos para Entarachén que debíamos llevar a España, Teresa nos dice que va un cuadro que nos ha regalado Donato. Cuando ya no quedan más que el silencio en el patio, vamos a darle las gracias pero a Donato, hombre de pocas palabras donde los haya, apenas logramos arrancarle una frase acompañada eso sí, de ese gesto tan suyo de ladear la cabeza como quitándole importancia a la cosa.

Ya en la casa, terminamos con el equipaje y cenamos con los voluntarios. Nos hacemos una fotografía de recuerdo y cargamos los bultos en la furgoneta. Casualmente, unas monjas italianas de la misión de Mekanissa también van al aeropuerto, así que salimos un poco antes para recogerlas.

La contagiosa alegría de las hermanas disipa un poco nuestra tristeza en el camino al aeropuerto, más concurrido que de costumbre pues acaba de aterrizar el avión que trae de vuelta a la selección de fútbol de Etiopía.  Ayer ganaron a la República Centroafricana y se jugarán con Nigeria el pasaporte al Campeonato del Mundo de Brasil. Prácticamente en el umbral del aeropuerto, nos cruzamos con el autobús de los jugadores, escoltado por varias motos de policía. En África el fútbol también levanta pasiones.

Teresa accede con nosotros al interior del aeropuerto diciendo que también va a viajar. Resulta poco creíble, más aún teniendo en cuenta que también nos acompañana una monja que está en las mismas y casi vamos más personas que maletas. En cualquier caso, cuando el militar del control insiste en la pregunta, Teresa responde con tanta seguridad y firmeza que al militar no le queda otra que dejarnos pasar a todos. Y sonreír, claro.

Dentro del aeropuerto sí que ya no hay más remedio que despedirnos. Han sido unos días inolvidables en los que hemos recargado de energía el corazón. Me comprometo con Teresa a intentar plasmar en esta bitácora el máximo de lo mucho que hemos vivido y nos dirigimos al mostrador de Turkish Airlines para facturar el equipaje.

[Escrito el 17/11/2013]

Enlace a la siguiente entrada: Lo poco es mucho
Enlace a la primera entrada: [Etiopía - 00] Declaración de Intenciones






2 comentarios:

ASC dijo...

Por fin he sacado un poco de tiempo para leer las entradas y me ha quedado una mezcla de sentimientos de tristeza, alegría, orgullo y responsabilidad que imagino que no serán nada comparados con los tuyos. En cualquier caso no deja indiferente. Muchas gracias por compartirlo.

Nacho Alastruey Benedé dijo...

@ASC

Gracias por tu tiempo

:-)